El viudo bisexual
Años sin escribir por acá, pero eso es para otro blog.
Hace 5 meses perdí a quien consideraba el amor de mi vida y sigo considerando un gran y buen amor, de esos que se tienen que reubicar en el corazón y que no se pueden olvidar, porque una pérdida de un ser amado no se supera, se aprende a vivir con ella.
Un hombre, con una relación que jamás creí encontrar, mucho menos con alguien de mi mismo sexo.
Nos conocimos como muchos se conocen ahora: En tinder.
Una noche fría de enero, me invitó a su casa para platicar, nos besamos, un par de cosas más y dormimos. Desde esa noche nos resultó difícil estar alejados el uno del otro, sin saber por qué; ahora lo entiendo, porque nuestros días serían pocos y teníamos que aprovecharnos al máximo.
El amor, apoyo, sexo, intimidad y confianza que me dio, jamás pensé poder tenerlo, pensaba que esas historias de amor solamente se viven en el cine, tuve la fortuna de tener una. No como quisiera, en la que los protagonistas viven juntos por muchos años, sino de esas en las que Anne Hathaway muere justo cuando empiezan a vivir en armonía luego de muchos obstáculos.
Vivíamos juntos sin vivir juntos, de su casa a mi departamento, conviviendo con roomies y adaptando nuestros horarios para estar junto al otro, apoyándonos, impulsándonos a ser mejores personas y creando un vínculo especial, hasta que al final otro frío día de enero pudimos decir que éramos y vivíamos en nuestro hogar. Una familia.
Unos cuantos días después comenzó a sentirse mal, quejas que no apuntaban a lo que era el problema principal: Cáncer. Ese mismo que se llevó a mamá y papá años atrás. Ese mismo que pensé que pasaría mucho tiempo en volvérmelo a encontrar frente a frente.
Médicos, exámanes, análisis, medicamentos, pasaron y pasaron y no había algo claro. Dejamos de dormir juntos, algo que me dolió como nunca pensé que me dolería. Su mamá lo llevó con un gastroenterólogo y lo supimos: Cáncer, podría ser en cólon o en estómago. Nunca sabremos realmente donde empezó, lo que supimos fue que era metástasis; a pesar de que fuimos lo más positivos que pudimos, yo sabía que no había vuelta atrás. Nuestros días juntos tenían una fecha límite y trece días después del diagnóstico, él dejó de respirar, después de varias semanas sin poder acostarse para descansar, pudo acostarse y descansar. Para siempre.
Decirle adiós de una forma tan repentina, porque fue muy rápido, fue todo un shock, junto con algunos problemas que tuve con su familia, me dejaron la vida revuelta; no podía comer, conducir ni pensar con claridad. De la tristeza profunda, pasé a la ira, de la ira a la tristeza, un vaivén entre esas dos emociones que me hicieron tomar la decisión de ir a terapia. Terapia que ha sido un gran soporte, junto a mi familia y amigos, a quienes estoy intentando de dejar descansar sobre el tema, aunque mi cabeza lo piensa unas 100 veces al día.
No voy a mentir, fue un gran amor, uno muy bueno. Del 100% del tiempo que estuvimos juntos, podría apostar el 80 u 85% fue bueno. No todo es color de rosa, había días en los que no podíamos despegarnos y había días en los que mi carácter y su mala forma de comunicarse nos hacía batallar, pero siempre con la clara idea que nos amábamos y queríamos que funcionara.
Le di su primera y única fiesta de disfraces en Halloween, un cumpleaños lleno de amor, un San Valentín con detalles que nunca había recibido, su primer árbol de navidad; sin querer estaba sanando su niño interior y ayudándole a vivir grandes experiencias que no iba a poder repetir.
Ahora esto te lo escribo a ti, aunque sé que no podrás leerlo pero en terapia aprendí que es bueno escribirlo, para liberarme.
Soltarte no ha sido fácil, me ha costado 5 meses en terapia, 5 meses de llorar, reír, extrañarte, odiar que ya no estés y aceptar que por más que quisiera que estuvieras aquí, ya no puedes estarlo. Ya estás descansado, dejaste el cuerpo que no te permitía ser tú, ese hombre feliz, que siempre estaba riendo, que amaba dormir conmigo. Pierdo a mi mejor amigo, a mi compañero de casa, a mi amante, a mi confidente, con quien compartía el amanecer y el anocher, al compañero de supermercado, a mi apoyo principal. Te pierdo a ti, pero he ganado libertad, mi vida se volteó, una, dos, tres veces desde que te fuiste, pero he vuelto a levantarme. Ya no te busco en mis mensajes, del otro lado de la cama ni digo tu nombre esperando oír tu voz. No ha sido fácil, pero según mi psicólogo, mi hermana y algunos amigos, estoy mejor, y es así, me siento mejor, listo para saber qué me traerá la vida; según el tarot, una mujer llegará pronto a mi vida, y estoy alistándome para eso. En un momento lo llegamos a mencionar, si el otro moría, reharíamos nuestras vidas (jamás pensé que sería más pronto que tarde), porque tú estarás muerto el resto de mi vida y yo seguiré vivo. Te extraño, y siempre será así.
El día de tu funeral, descubrí que tenías planes de darme un anillo, y como lo decíamos de broma, después de los 30 no tienes novio, tienes marido. Y aquí estoy, un viudo bisexual reiniciando mi vida.
Tiene poco tiempo que sigo tu blog, de hecho creí que ya permanecería inactivo. Me entristece saber lo que te paso recientemente, debió doler en el alma una perdida tan grande, y mas cuando con tuviste una conexión tan intensa. Permíteme expresar mis condolencias, y enviarte un abrazo a la distancia. Tu historia me ha servido para valorar más mi relación actual con un hombre maravilloso, y disfrutar cada dia que paso con él, al máximo, pues uno no sabe cuando será el último día que estaremos juntos... Gracias por compartir tu historia, Saludos
ResponderEliminarIsrael
Hola Israel,
EliminarMe da mucho gusto que estés en una relación con un hombre maravilloso. Ámense mucho, aprovechen el tiempo que tienen, porque no regresa y nunca sabemos cuando nos tendremos que decir adiós.